Nos despedimos de
Sinphonico... pero no de Raphael.
Estamos llegando a la
recta final de esta gira. Se ha cumplido este proyecto tan soñado por el
artista.
El que sigue siendo
aquel, siendo tan humilde, lo tiene todo, todo lo que jamás se hubiera
imaginado, pero sabemos que desde un principio vivía con esperanzas, quiso
ofrecer lo mejor de lo que le gustaba hacer; además, ese talento ya le
acompañaba desde que nació, vino a este mundo llano, pero él supo jugar con esa
llanura, convirtiendo el camino en subidas y bajadas.
Raphael no deja de ser
el creador de tanta ilusión, nos enseña un número sin temer a que se descubra
el truco, pues el verdadero truco está en el corazón, en el sentir, en las
ganas y en la emoción de hacer algo realidad día a día. Raphael canta como si
no hubiera un mañana en cada noche, por ello tiene el público que tiene, muy
merecido por ser el que es, el de Yo soy aquel.
Tantos conciertos como
pasos ha dado sobre el escenario... Y sigue alimentando a su público cada vez,
siempre dispuesto y con esa energía, demostrando una fuerza similar a la que
tiene el mar. Sin duda es una estrella. Además, para mí no sólo es una
estrella, resulta ser uno de mis planetas, como lo es también Lina Morgan; y
curioso es que, sin llegar a sorprenderme, ellos dos mantuvieron una gran
amistad.
En sus conciertos,
sabemos que hay un principio y un final emocionante, y en el trayecto, el
intérprete se pierde y se reencuentra de una manera maravillosa entre las luces
y los músicos, situando su marcha al compás de cada canción, y que la enlaza al
movimiento de sus manos. Todo eso va unido a cada gesto: lo mismo te atrapa con
su mirada, que te acaricia con su sonrisa, marcando y avivando de un minuto a
otro al público de su Sevilla, ambos quedando eufóricos de tal acontecimiento.
El artista de la PH,
parece un llanero solitario cabalgando entre notas musicales, hasta llegar a
ser la personificación de las propias cuerdas de la guitarra, que reluce como
único instrumento en algunas de las tantas canciones del tremendo repertorio de
cada concierto. Pero también, de vez en cuando, se busca por rincones del mundo
a ciertos aliados, para llevar a cabo sus sueños, como en estos momentos lo es
la Orquesta Sinphonica. Me parece una unión llena de color, las líneas que
componen a Raphael se intensifican con el primer juego de manos del director de
orquesta.
Todos los que hemos
podido vivir esto, sabemos lo que se siente, es difícil describir lo que nos
conmueve este cantante, te deja sin palabras... Nuevamente disfruté como nunca,
pero también he de añadir que ha sido muy distinto, lo he sentido diferente,
sinceramente, el mejor concierto que he vivido este año ha sido en la Real
Maestranza de Sevilla, su último Raphael Sinphonico en esta maravillosa
ciudad... Ahora, estoy como todos los que le admiran, esperando sus nuevos
proyectos, su nuevo disco, y desde ya, a él, porque nos ha prometido que
volverá, que nos visitará cada año. Estaremos aquí... aquí... para quererle, al
de siempre.
Beatriz Galiano.

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